lunes, 10 de agosto de 2009

La Boca inundada de clima popular


Buenos Aires y la Boca nacieron juntas con la llegada de Pedro de Mendoza en 1536. El barrio, dominado no sólo con la marca de la inmigración italiana, adquirió una identidad fuerte: allí nacieron River y Boca, allí creció el tango, la pintura y el arte en clave de protesta social y con un inconfundible clima popular.Así, el primer barrio y la primera ciudad de Buenos Aires nacieron juntos. Poco después, los primeros y empecinados boquenses levantaron sus casas cerca de la Boca del Riachuelo, que dio nombre al barrio. Agua mansa o Río-chuelo, según sus iniciales cronistas, o Riachuelo de Barracas, como lo llamó el poeta Esteban Echeverría en las primeras décadas del siglo XIX, cuando jineteaba por la Calle Larga de Barracas, hoy Montes de Oca, hasta llegar a las pulperías de los orilleros para oir el canto de los payadores.Dos calles daban fama a la Boca: Necochea (o cammín veggio, según los genoveses) y Brown, que era el Camino Real. En Necochea, en 1885, nació Juan de Dios Filiberto. Calle de tango, por eso y porque en Suárez y Necochea tocaba la guitarra y la armónica Angel Villoldo, el inspirado cantor, bailarín, compositor y poeta. La Boca fue barrio de tango, "zona de los negros", según Nicanor Sagasta, de gente aficionada al candombe. Allí se escucharon los primeros tanguitos, cerca de la laguna del Piojo.La primera casa de baile la instaló el toscano José Tancredi en 1878, en Olavarría 287. La segunda, fue la de Zani, en Suárez y Necochea. Otro "peringundín" fue el de Castañeda, en la calle Brandsen y otro el de Nani, en Almirante Brown.La fiesta del teatro sólo se pudo comparar en otra época con la del Carnaval de la Boca. Excesivo, lujurioso, con murgas y comparsas como La Perla de la Boca, Los Farristas, Los Turcos de Barracas, Los Marinos del Sud, que llenaban las calles. Nosotros las seguíamos cambiando de ritmos y de máscaras, una vez como murgueros furiosos y otra como comparsas elegantes, sin saber que aquel era el Teatro del Mundo, el Aquelarre antes de la penitencia.Me parece oir, aún, la música de esos carnavales, ver a Quinquela con su uniforme de Presidente de la República de la Boca, junto al actor Ramón Novarro, saludando entre las luces del Corso.La fiesta ha terminado, lo sé. Pero el barrio está allí, en la orilla del Sur, como la invitación a un viaje que no cesa.
PEDRO ORGAMBIDE. Escritor (Fragmento)

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