martes, 26 de agosto de 2008

Homenaje a Eduardo Arolas
"El tigre del bandoneón"
(León Benarós)


Le dio un fuelle su bautizo.
Era de esa muchachada
que entre taquito y sentada
sacaba viruta al piso.
Del tango hizo lo que quiso;
por él cantaron las violas,
por él lloraron a solas...
Pido atención, compañeros;
¡estoy hablando de Arolas!
Espigado y palidón,
de pantalón orillero,
a lo cantor el sombrero
y el tango en el corazón,
se metió en el bandoneón
del boliche de la esquina,
y, a un compás de chamuchina,
sobre pisos encerados
vio brillar los charolados
con caña de gabardina.
Si algún organito añejo
pasa por el arrabal
o alguien silba, bien o mal,
el tango Derecho viejo,
nos estremece el pellejo
su responso milonguero
y un réquiem arrabalero
tirita en las calles solas;
es que rezan por Arolas
y hay que sacarse el sombrero.

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