
Alma de adoquín
Yo le canto a mi yeca de purrete
y a la silla del nono en la vereda,
y al llanto oculto de la costurera
que nunca se probó lo que cosía.
Mi yeca , era una yeca azul, de día,
con tapias perfumadas de malvones
y la barra del "Once corazones"
peloteando el portón de la herrería
Yo fui un gil. Me perdí, me piré un día
no sé detrás de que idealismo absurdo
sin deschavar que todo era un balurdo
ni en que turbias matufias me metía...
Y hoy volviendo, mi yeca, ya me ves,
el alma adoquinada, y en la vía...
 
 
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